Luces y Sombras en la visita de Barack Obama

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La visita del Presidente de los Estados Unidos a nuestro país – a cualquier país – es invariablemente el acontecimiento diplomático más importante. Estos encuentros definen la relación con la única superpotencia y marcan a la administración en turno.

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La relación de México y Estados Unidos es tan compleja como grandes son sus fronteras, sus poblaciones y sus intercambios. De ser modelo en las postrimerías del Siglo XVIII pasaron a ser enemigos del Siglo XIX. Del porfiriano “pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, pasando por los “vecinos distantes” de los años 1980 al TLCAN y al reconocimiento de socio comercial y aliado estratégico hemos recorrido un largo camino, en que no tengo duda que estamos mejor que antes y en el que por fin, la cercanía geográfica con el país más poderoso del mundo se traduce en el aprovechamiento de algunas ventajas, si bien hay potencialidades aun desperdiciadas.

Para tratar con los norteamericanos todo gobierno debe recordar la premisa de Henry Kissinger, aquel longevo Secretario de Estado que apuntó que su país no tiene amigos ni enemigos, sino que tiene intereses. Los norteamericanos no hacen concesiones en su agenda internacional y por ello es fundamental que el interlocutor mexicano sepa encontrar los puntos de entrada para los temas de la propia agenda.

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¿Cómo nos fue en el primer encuentro de Peña y Obama? Mi apreciación es que bien a secas. Poner el acento en la economía es un acierto mexicano que aprovecha una feliz coincidencia: Obama, en el inicio de su segundo mandato, ha decidido impulsar el comercio global con gran energía, en particular a través de dos grandes acuerdos comerciales, uno con la cuenca del Océano Pacífico, para contrapesar a China, y del que por nuestra situación geográfica y comercial somos ya parte importante, y otro con Europa, del que hasta ahora nos han excluido, y que representa la tarea fundamental en materia de promoción y cabildeo.

Haber introducido el tema educativo es un acierto también. Nuevamente aprovecha un cambio favorable. La comunidad de estudiantes mexicanos en Estados Unidos es una de las más pequeñas y absolutamente desproporcionada a nuestra población. El reto es que el asunto no quede en encuentros elitistas entre académicos, sino que se traduzca en un acuerdo semejante al alcanzado por Brasil que enviará cien mil estudiantes universitarios becados por año a Estados Unido y recibirá al mismo número en sus universidades.

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Por otro lado el gobierno de Peña, consistente con su agenda, excluyó el tema de la seguridad y el combate a la delincuencia de la agenda hasta donde pudo, a pesar de que éste es el tema de mayor interés para los norteamericanos que quieren que el tráfico de drogas y la lucha contra los cárteles se dé más allá de sus fronteras. Pero además desean mejorar la seguridad de su frontera sur y evitar que México sea una plataforma de grupos terroristas.

Calderón logró dos cosas importantísimas en la relación con los Estados Unidos. La primera que sus agencias antidrogas y de persecución de los delitos dejaran de ver al gobierno mexicano como un cómplice de los criminales y lo valoraran como un aliado. La segunda que el gobierno norteamericano diera los primeros pasos en reconocer su responsabilidad en la situación de inseguridad de nuestro país, que reconociera que la enorme demanda de drogas, su política prohibicionista en materia de estupefaciente y no solo liberal, sino permisiva e imprudente en materia de armas son elementos clave en el coctel de violencia que sufrimos.

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Si Peña y su gobierno, por mezquindad política hacia Calderón no aprovechan estos avances, cometerán un grave error. Obama reconoció a Calderón aun en esta visita y habló de la necesidad de que Estados Unidos corte el flujo de armas y dólares que nutren a los cárteles. Del otro lado de la mesa hubo un incómodo silencio. Eso no nos conducirá a nada. Desaprovechamos incluso que Obama y los Demócratas en estos momentos, por razones puramente domésticas están dando una durísima batalla por controlar la venta de armas, lo cual reduciría la disponibilidad de estas en el mercado.

Otra oportunidad desaprovechada para decirle al mundo que Obama está haciendo lo correcto fue omitir el tema migratorio de la agenda. Si bien hay que evitar que la extrema derecha republicana tenga argumentos nacionalistas, que el país que tiene una de las comunidades migrantes más grandes de los Estados Unidos guarde silencio en el tema migratorio, mientras éste se discute en Washington es incomprensible.

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México vive un gran momento. Goza de un enorme prestigio internacional por su desempeño económico. Un mexicano podría encabezar, con el apoyo norteamericano, la Organización Mundial de Comercio, otro ya encabeza la OCDE y se nos trata como el nuevo país emergente, que si hace las reformas correctas será un protagonista mundial. Debemos aprovechar el viento favorable, pero para ello debemos aprender algo que los norteamericanos hacen estupendamente, a dejar las diferencias partidarias para lo doméstico y en lo internacional presentarnos como lo que somos, una sola Nación.

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